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El objetivo primordial de la ortodoncia, es el de restablecer la mal posición de lo dientes, aunque debemos afirmar que en muchísimas ocasiones la causa primordial se encuentra en el esqueleto, en el soporte óseo de los dientes.

La mejoría de la mal posición dentaria se acompaña habitualmente con unos resultados estéticos más o menos llamativos. En muchas ocasiones estos beneficios estéticos, van más allá de un simple alineamiento, suponiendo para el paciente una profunda y positiva repercusión en su vida de relación, consecuencia de la mejor imagen que tiene de sí mismo, muy especialmente en los casos en los que la corrección de la mal posición dentaria corre paralela a una modificación ósea, como puede ser una falta de desarrollo del maxilar, una posición atrasada de la mandíbula, entre otras. Así pues en una sonrisa podemos apreciar que no sólo ha mejorado la alineación de los dientes, si no que ha habido cambios más profundos, ha sucedido “algo más”.

Vemos un aspecto facial mas bello, más armonioso, más expresivo, pero especialmente podemos apreciar una plenitud de la sonrisa. Nos referimos a esta nueva forma de sonreír que se muestra con una fuerza difícil de imaginar antes de los cambios acaecidos. Una sonrisa que adquiere rasgos de personalidad y que acompañará al paciente el resto de su vida en la relación con los demás, que le dará talante de proximidad, y sin olvidar obviamente, la prácticamente siempre presente positiva consecuencia en la seguridad en uno mismo. 

Las modificaciones faciales que suelen acompañar a muchos tratamientos de ortodoncia se deben a que se han producido cambios esqueléticos, que suelen pasar desapercibidos por ellos mismos, y explican este “algo más” que una mejoría de la alineación dentaria otorgando plenitud a la sonrisa.

El objetivo del profesional no sería otro que conseguir la expresión del potencial de desarrollo en el joven paciente. Dicho de otra manera, conseguir unos maxilares bien adaptados con un volumen adecuado para recibir una arcadas dentarias bien alineadas que coordinen correctamente entre ellas. Obtener este desarrollo, que no siempre es crecimiento, forma parte del argumento que explica este algo más que dientes alineados.

Es algo que pasa oculto a los ojos, algo que no se ve directamente, pero que lo apreciamos en la plenitud de la sonrisa exponente de la belleza natural y fisiológica que acompaña a un desarrollo correcto, que ha permitido que lo que tenía que ser, lo haya sido, sin haberse quedado a medio camino, que era el destino inicial y que en ocasiones le ponemos la etiqueta de que la persona “es así” cuando en realidad lo que ha sucedido, es que la falta de desarrollo no ha hecho posible  la plena expresión de una sonrisa. la sonrisa

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